Acabamos de vivir una gran tragedia en la Ciudad de México. Tal como ya lo he comentado a mis hijos, es uno de esos momentos de la vida de los cuales uno se va a acordar siempre.
Dónde se encontraba, las personas con las que estaba, la reacción propia y la de la gente…
De la misma manera siempre nos acordaremos de los bueno: de los jóvenes brigadistas que acudieron a ayudar, de la gente que donó su tiempo, su dinero o su trabajo para paliar el sufrimiento de quienes resultaron afectados.
Sin duda alguna son épocas que, a pesar de la tragedia, vale la pena recordar.
El problema es que, al igual que ha ocurrido en otros lugares, en otras épocas y en otras situaciones, no faltó quien abusara a de la situación.
En épocas de crisis hay quien muestra lo mejor de sí mismo, pero hay también quien saca a relucir lo más oscuro de su persona.
Saqueadores, quienes se hicieron pasar por damnificados para acceder a ayudas, ladrones que se robaron la ayuda en especie para venderla, paracaidistas que acampan fuera de las ruinas para apropiarse de terrenos ajenos… en fin. Toda una pléyade de subhumanos quienes recordarán el sismo del 19 de septiembre de 2017 como el momento en que aprovecharon para abusar, robar y lucrar gracias al dolor ajeno.
No soy persona religiosa que crea en la vida después de la muerte sin embargo estoy seguro que si existe el infierno, este guarda un lugar muy especial para esta escoria.
¿Tú que opinas?